miércoles, 17 de junio de 2015

El Espíritu Santo

Los Doce


La palabra “espíritu” significa en hebreo: soplo, aliento, aire, viento. El Espíritu Santo es el “soplo de Dios”, el “aliento de Dios”, el “espíritu divino”.
Igual que el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo existe desde siempre, y es Dios como ellos y con ellos. Un solo Dios en tres personas, como proclama el Misterio de la Santísima Trinidad. En la Biblia leemos:




Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios aleteaba sobre las aguas” (Génesis 1, 1-2).
El Espíritu Santo es además, quien hace existir a Jesús en el seno de María, y desde el primer instante de su concepción virginal, habita en él. Lo dijo claramente el ángel Gabriel en el episodio de la Anunciación que relata san Lucas en su Evangelio:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1, 35).
Los Evangelios nos cuentan que en muchas ocasiones Jesús habló a sus discípulos del Espíritu Santo, y les anunció su venida como un gran suceso:
 
“El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, se los enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho… Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir. él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y se los anunciará a ustedes… él dará testimonio de mí. Pero también ustedes darán testimonio” (Juan 14, 26; 16, 13-14; 15, 26b.27).


Como lo prometió a sus discípulos, Jesús hizo a la Iglesia el don del Espíritu. En el momento de su muerte, Jesús “entrega” su espíritu a Dios, y Dios lo comunica a la Iglesia. Este es el sentido de las palabras del Evangelio de san Juan,  al anunciar la muerte de Jesús: “Jesús dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el espíritu” (Juan 19, 30).


Más adelante, en su primera aparición a los apóstoles, Jesús resucitado realiza un gesto que confirma su entrega en la cruz:
“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas por miedo a los judíos,… se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz sea con ustedes’… Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo…’” (Juan 20, 19.22).
Esta efusión del Espíritu Santo se consumó el día de Pentecostés. El Espíritu Santo descendió sobre ellos y les entregó sus dones; a partir de este momento la Iglesia  crece y se desarrolla bajo su protección y ayuda.

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino
del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que[c]llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose[d], se posaron[e] sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.
Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo.  Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando?  ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.  Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?  Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos.
Hechos-2:1-13
A partir de este momento, el Espíritu Santo, espíritu de Jesús resucitado, vive en la Iglesia y en cada uno de cuantos la formamos, iluminándonos con su luz, fortaleciéndonos con su fuerza, y guiándonos como verdadero maestro del bien y la verdad.
En Zacarías 4:6 (TLA) dice: “(…) Dios le está mandando un mensaje a Zorobabel, y es el siguiente: “Zorobabel, no hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran ejército; lo único que necesitas es mi espíritu. Yo soy el Dios todopoderoso, y te aseguro que así es”. La Biblia dice que el Señor nos ha dado su Espíritu Santo para que esté con nosotros, y en nosotros. Ésta es la mayor defensa, ayuda y recurso que un hijo de Dios tiene, la persona del Espíritu Santo. Jesús pagó el precio para que así sea.

Por eso, enfrenta los desafíos que tienes por delante declarando que el Espíritu Santo está obrando a tu favor. Contamos con una gran ventaja y es que el poder sobrenatural más grande que pueda existir, vive en notrosos, y con Él, podremos llegar a lograr cosas que humanamente parecen imposibles. Idolatría es confiar en cualquier cosa o persona antes que en Dios.

 
 

 Ésta es la mayor defensa, ayuda y recurso que un hijo de Dios tiene, la persona del Espíritu Santo. Jesús pagó el precio para que así sea. Por eso, enfrenta los desafíos que tienes por delante declarando que el Espíritu Santo está obrando a tu favor. Contamos con una gran ventaja y es que el poder sobrenatural más grande que pueda existir, vive en notrosos, y con Él, podremos llegar a lograr cosas que humanamente parecen imposibles. Idolatría es confiar en cualquier cosa o persona antes que en Dios.

No te lamentes por no recibir apoyo o ayuda de los hombres, la mejor estrategía que tienes en todo lo que hagas es la ayuda del Espíritu Santo. Jesús dijo en Juan 14:16: “Y yo le pediré a Dios el Padre que les envíe al Espíritu Santo, para que siempre los ayude y siempre esté con ustedes”.
 
 
 


 
 
 
 

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