jueves, 7 de junio de 2012

Salmo 133




La bienaventuranza del amor fraternal

1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
Habitar los hermanos juntos en armonía! 


2 Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 


3 Como el rocío de Hermón,
Que desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí envía Jehová bendición,
Y vida eterna.

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Este salmo es un breve encomio de la unidad y el amor fraternal. Parece aludir al efecto de la unificación producida cuando los peregrinos se veían reunidos en el mismo acto de adoración al Señor. Vemos:
 I. La dicha que produce el amor fraternal (v. 1).
 II. Dos símiles que ilustran esta enseñanza (vv. 2, 3).
 III. El buen motivo que se da para tal hecho (v. 3).
 El título no indica necesariamente la autoría de David.


Versículos 1-3
Aunque hay ocasiones en que es conveniente que los hermanos vivan distanciados (v. Gn. 13:9), la regla general es que es bueno y delicioso habitar los hermanos en unidad (v. 1. Lit.). Si el salmo fuese de David, se adaptaría al tiempo en que fue reconocido como rey por todas las tribus en Hebrón y, después de capturar Jerusalén, hizo de ella (de Sión) la capital del reino. Es, sin embargo, más probable que aluda, o a la unidad circunstancial de los peregrinos en el acto del culto o al esfuerzo de Nehemías por aumentar la población de Jerusalén (Neh. 11:1 y ss.). En cualquier caso, la doctrina y las ilustraciones son relevantes para todos los tiempos.

1. En cuanto a la enseñanza, el salmista pone de relieve cuan bueno, es decir, cuan provechoso, es que los «hermanos», no los unidos por los vínculos de la carne, pues no cuadra con el contexto, sino los israelíes pertenecientes a las distintas tribus, unidad de pueblo escogido por Dios, se mantengan estrechamente unidos por los mismos vínculos religiosos y políticos, cuyo símbolo e incentivo era la centralidad de Jerusalén, donde estaban el trono y el altar.

No sólo era bueno, provechoso, sino delicioso, agradable, hermoso. En especial lo era para los habitantes mismos de la capital; de ahí el esfuerzo de Nehemías. Y, cuanto más cerca de Sión, mejor. Este versículo suele aplicarse para designar las ventajas de la unidad de los creyentes, pero el calificativo de «hermanos» (v. 1) tenía en Israel el significado primordial de miembros de la misma nación israelita (v. Hch. 2:7, donde el «hermanos» contrasta con el «señores» de Hch. 16:30), no precisamente en sentido religioso.
2. Las ilustraciones (vv. 2, 3) son típicamente orientales: (A) El aceite de la unción era derramado sobre la cabeza del sumo sacerdote (Ex. 29:7) y bajaba por las patillas hasta la barba, la luenga barba que era una señal de gran dignidad en el Oriente. Como esta barba llegaba hasta la escotadura de sus vestiduras sacerdotales, el óleo llegaba, por la barba, hasta las doce piedras, símbolo de las doce tribus de Israel, del pectoral. De manera semejante, las bendiciones de toda clase, resultantes de la centralidad de Sión como morada especial de Yahweh, sólo podían extenderse a quienes viviesen en unidad y armonía fraternas (comp. con He. 13:1). Siendo el aceite símbolo del Espíritu Santo, quienes tienen el Espíritu han de manifestarlo mediante ese amor fraternal, sin el cual no servimos para nada (1 Co. 13:1, 2). (B) La segunda comparación es con el rocío de Hermán.

Dice Arconada: «En la mente popular, por bajar del cielo sin ruido alguno, el rocío es emblema de bendiciones divinas. Aquí, el pueblo de Israel, venido de todas las tribus y reunido densamente en torno al templo de Sión, es como las innumerables gotas de rocío que cubre los montes, y su concordia en la multiforme cantidad es condición y causa de prosperidades materiales, ^nacionales y religiosas, como don del cielo.» El Hermón se halla a unos •300 kms de Jerusalén, por lo que el descenso de su rocío sobre las alturas de Sión es una imagen poética para designar los beneficios del rocío sobre el suelo de Palestina, cuyo centro es Sión y cuya centralidad «unificante» es lo único que le interesa al salmista.
3. La segunda parte del v. 3 dice literalmente: «Porque allí manda (es decir, ordena, no "envía") Yahweh la bendición (por antonomasia), es decir, vida para la nación de Israel, hasta la eternidad.» Advierte Cohén que «hasta la eternidad» debe conectarse con «manda», no con «vida». «En Sión, dice, está su morada eterna y desde ese centro irradiará siempre su bendición.» Nota del traductor: A la vista de lugares como Sal. 13 2:13-18y muchos otros, esa «vida para siempre» se refiere a la vida constantemente renovada de la nación.
                                                                                         




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